El humor
como desafío pedagógico
Por Fabiola Ramírez Hurtado
Incluir el humor como parte de la comunicación
en el aula constituye un desafío. Varios autores vinculados a la neurocienca
afirman la importancia del humor no sólo en la salud física y mental de las
personas, sino también ampliando sus posibilidades cognitivas y
comportamentales. (Capps, 2006; García-‐Larrauri, Manzano,
Muñoz, Hernández y
Cuetos, 2010; Heintz,
2017)
Federico Fros Campelo dice: “Emoción y razón no se oponen, sino que, de
hecho, trabajan en conjunto. Una de las formas más evidentes en que se hace ver
esta integración es el humor mismo”. (Fros Campelo, 2014)
Este autor afirma que las bromas permiten
poder explorar las razones de cosas que asumimos como ciertas, además de que
nos permite razonar en torno a ellas pudiendo cuestionarnos verdades que
creíamos absolutas, porque cuando un chiste nos divierte, está revelando procesos
de razonamiento que forman parte del sentido común.
Una persona se desenvuelve en diferentes
funciones como la intelectual, emocional y motriz. Con la primera función
intelectual, la actividad se desarrolla a partir del razonamiento, con la
función emocional a partir de los sentimientos y con la función motriz a partir
de las acciones. Un chiste funciona cuando hay una interacción en uno de los
planos de las funciones y la respuesta viene en un plano diferente.
Por ejemplo:
Un borracho está en un velorio sentado al
lado de una señora y esta le comenta:
-
¿Cómo es la vida no?
¡Hoy estamos y mañana ya no!
A lo que el borracho
le responde:
+ Y mañana ¿Para qué vamos a estar si hoy es
el entierro?
El plano en el que conversa la señora es más emocional y el plano de respuesta del borracho es de razonamiento lógico. Entonces vemos que el chiste funciona cuando el esquema de razonamiento cambia y nos pone una evidencia diferente que desestructura nuestro pensamiento. Rompemos la lógica de patrones que esperamos como ciertos y la respuesta no tiene coherencia y eso lo hace divertido.
Cuando se genera esta fractura en la comunicación y
hacemos un chiste, despertamos una emoción -o a veces más de una a partir de la
risa- (incomodidad, sorpresa, alegría, risa, etc.), por otro lado, despojamos
la rigidez de la comunicación mostrando la posibilidad de distendernos aún en
espacios que se deben asumir como serios como por ejemplo un espacio de
aprendizaje como lo es el aula.
Podemos entonces afirmar que los chistes pueden ser una
herramienta en el trabajo de las emociones y que el docente puede usar los
chistes como forma de despertar emociones que distiendan un ambiente rígido,
como formas de integrar al grupo, como estrategias de empatía con los discentes
y finalmente como posibilidades de cuestionar verdades concebidas como
absolutas.
Muy interesante contenido... y útil además!
ResponderEliminarGracias Doctora y siga adelante! ;)
Muy interesante contenido... y útil además!
ResponderEliminarGracias Doctora y siga adelante! ;)
este es un elemento que debería ser parte de la malla curricular que se debe enseñar en diplomados o maestrías de Educación Superior, ya que lo evidente es que no es suficiente sólo enseñar algo, sino que hay que crear el ambiente para que los estudiantes comprendan las enseñanzas de la mejor manera. muy buen artículo.
ResponderEliminarQuerida Fabiola tu propuesta de darle un toque distinto al proceso educativo no solo es interesante.. más bien es importante y necesario.. adelante amiga!!
ResponderEliminarmuy interesante, apoyo que esta propuesta debe ser incluido en el plan de estudios para los estudiantes universitarios ya que se generara mas vínculos de confianza e interés en la materia y mas compromiso sin duda, gracias doctora por compartir tan maravilloso articulo, me gusto mucho.
ResponderEliminarEn efecto,el humos es un factor importante en el aprendizaje en todos los niveles de enseñanza. Un chiste o una broma, siempre que no haga alusión a ninguno de los estudiantes ayuda a recuperar la atención en la clase, levantar el estado de ánimo y concentrar nuevamente la atención en la tarea de aprendizaje.Una delas habilidades comunicativas del docente es precisamente la empata que se logra por la buena comunicación interpersonal con los estudiantes y promoviéndola entre ellos mismos. La inclusión de los "chistes" (y los encierro entre comillas solo para destacarlos) debe ser oportuna, en el momento preciso y no abusar de ellos para no convertir una sesión de clase y formación en juerga. No se pierde el carácter científico con la alegría, muy por el contrario, mejora el ambiente psico social de la clase. Por alguna razón bien fundamentada las actividades lúdicas y juegos de roles son propios y efectivos en todos los niveles de enseñanza. Si la neurodidáctica apoya este punto de vista ¡¡bien venido sea !! Una investigación al respecto, como la que se plantea la autora, será un gran aporte a la formación universitaria. ¡Felicitaciones!
ResponderEliminarQuise decir humor, no humos, je je
ResponderEliminarTotalmente cierto, una clase amenizada con humor, hace que se retenga más y mejor la información.
ResponderEliminarEl humor es un recurso diria q no todos tienen la habilidad de poder regularlo y tiene q mucho q ver con uno mismo. Diria q hay poeticamente un Dios dio el Don y biologicamente una carga genetica es dificilisimo enseñar a hacer chispeante y generar sonrisa calida y desestructurar esquemas. Lo he comprobado. Atte. Una persina seria.
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